El rugby según el fútbol, un himno al oportunismo (por Daniel Arcucci)

Publicado ayer en La Nación Deportiva
No serán muchos, lamentablemente, los que mañana se levanten muy temprano para ver el último amistoso de la selección argentina de fútbol antes de las eliminatoriaspara el Mundial de Sudáfrica 2010.
Pero entre los pocos que madrugarán habrá varios, seguro, que prestarán especial atención a esa ceremonia anterior a los partidos que desde hace tanto tiempodespierta una pacata controversia: el canto de los himnos nacionales.
La discusión habitual alrededor de la cuestión suele enfrentar a los fundamentalistas de lo políticamente correcto con los fundamentalistas de un nacionalismoequívoco, y deja en el medio a quienes piensan que es, simplemente, uno de los momentos más conmovedores, identificatorios y motivantes de un acontecimientodeportivo. Pero por estas horas se le ha agregado un elemento más, circunstancial.
Argentinos como somos, no nos bastó con la emoción para definir en uno solo el sentimiento que nos despertó esa imagen de los Pumas, cantando y llorandoantes de la hazaña en el Stade de France. Argentinos como somos, le buscamos una segunda lectura al tema y caímos en la tentación de comparar y de sacarrápidas conclusiones.
Mañana, entonces, cuando suenen los himnos en Melbourne, cada gesto de los futbolistas vestidos con camiseta celeste y blanca será analizado en profundidad,como si se pretendiera encontrar en ellos la clave de una victoria o la razón de una derrota. Improbable será que alguno llore, antes de enfrentarse conAustralia, aunque podría ser una práctica para el más trascendental encuentro contra los chilenos de Bielsa, en el Monumental.
Es que se ha leído y escuchado hasta el hartazgo (hasta el hartazgo, sí), en medios tradicionales y en blogs, en los ya habituales comentaristas de ambosy tanto en radio como en televisión, que allí está la clave; que allí está la diferencia entre el extraordinario triunfo del rugby en el arranque del Mundialde Francia y las habituales derrotas del fútbol en los últimos cinco mundiales.
¡Qué pena que no sea así porque, si así fuera, resultaría fácil encontrar la solución! ¡Qué bueno que no sea así porque, si algo no se les puede cuestionara los multimillonarios e hiperprofesionales futbolistas, es su compromiso para ponerse la camiseta nacional a costa de cualquier esfuerzo! A veces, escierto, hasta la tozudez y el capricho.
En realidad, estos Pumas que llevaron al rugby a conseguir uno de los triunfos más grandes de la historia del deporte argentino, como también los basquetbolistasque consiguieron la clasificación olímpica para Pekín cuando nadie lo esperaba, tienen más puntos en común con la problemática futbolística de lo que lamayoría supone.
¿Ya saben, todos los que opinan, que de los 15 Pumas que vencieron a Francia 14 son "de allá" y sólo 1 es "de acá" ? ¿Y qué lectura se hubiera hecho delprotagonismo de la mayoría de ellos en los fantásticos e innumerables avisos comerciales ante un resultado adverso? Tal vez se los hubiera comparado conlas gorritas de los players de Basile en el Mundial 94, ¿no?
Más todavía: ¿alguien sabe que uno de los motores de este equipo de verdaderos profesionales es la rabia que le provoca su enfrentamiento con los dirigentes,defensores de otra posición cultural ante el rugby?
No, mucho más fácil es decir: "¿Sabés que hay que hacer para ganar un Mundial de fulbo...? Hay que llorar como los Pumas, hay que llorar " . Un himno aloportunismo y a la superficialidad.